Las dudas que dejaste en aquel bar. Histriónicas, fugaces.
Tu tono de voz firme y amenazante cuestiona la llegada del sol.
La prosa combate con la ética
que muestra la erótica de tus labios.
Sin pasaporte viajamos en un tren
bala con trayectoria de colisión hacia tu sien.
Mientras las patas de la araña. Marcan el paso de las horas perdidas añejadas en aquel buen ron.
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