Octavia con las prisas de siempre, llego con una maleta
cargada de nada y con un rutero de carretera. El aeropuerto la esperaba, entre
la última llamada del vuelo a ningún lugar.
Se despido, tan lento
que me pareció una eternidad, esta vez no sus ojos nos dijeron adiós.
Cuando cruzó la línea de embarque, la lluvia se intensifico.
Incluso al final no entendiste lo que mi voz temblorosa quería
gritar y solo tartamudeé. Media palabra.
Voz
-Octavia, se despidió sin decir nada, solo se desvanecía como
su recuerdo.
Ya pasaron varios ciclos lunares de aquel despegue.
La biblioteca abrió
cuando terminaron las lluvias, la ciudad estaba limpia y con aire fresco, recorrí
la ciudad a pie perdiéndome también dentro de ella. Volví a la biblioteca por aquellos
libros pendientes. También extraña el olor a café y libros viejos.
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