Impuntual como siempre, esta ciudad cambiante nos generó un plan de huida perfecto en total armonía.
Nos detuvo una luz roja, frente a una avenida, sentí su respiración tranquila. Luego éramos extranjeros, la Fantasías y el misterio nos sonreían. La mujer del parque, alimentaba las palomas contemplando el solsticio de verano.
Cuando canta desafina pero me gusta.
Octavia hablo de su infancia, de la cual conozco poco, me compartió sus dudas existenciales sobre sus perros y sobre el monstruo de su armario.
En un momento se hizo la dura y la entiendo. Le hable de aquellos años que el invierno llego en marzo.
Entre risas seguí espiando entre su polera, me permití soñar un verano. Muy lejos de abril.
En plan de fuga, nos mesclamos entre algunos escolares. Ellos parecían decir “que ya habíamos madurado”. Ellos nos observaron hasta que una luz verde nos permitió huir.
Octavia como siempre perdida, hicimos una excepción y en un despiste entramos
/ Exclamo “Voz” en un tono despectivo /
Voz – detente un segundo, ahora me toca hablar a mí. (“estos aficionados siempre busca ser protagonistas”)
Voz – el entro como siempre sin prisa alguna, segundos después entro Octavia, quien se sentía extrajera, una extraña brisa helada recorrió la biblioteca nuevamente.
Voz – Octavia estaba en alerta, de una mirada observo cada estante de la biblioteca, cuestionado la antigüedad de algunos libros y disfrutando de otros.
Voz – ellos se cruzaron en un pasillo entre guillos y carcajadas, compartieron un café, no les diré mucho la verdad, se perdieron entre los pacillos de medicina. Se debían una mañana.
Entre nuestra perdida juventud, camino en la cuerda floja de tu clavícula, contemplado el máximo paraíso de mis manos.
Voz – intercambiaron libros cada uno acerto, mas no les quiero comentar. Destruyendo la armonía con un sonido leve. Beethoven nos señala que es tiempo de partir.
Antes de desaparecer te vi sonreír y guiñaste un ojo.
Voz – esa noche en la biblioteca llego la primavera.
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