
Voz - libros de historia antigua y psicología son puestos en vitrinita, las distancias se acortan. Las dudas se despejan, la incertidumbre es un acierto. Ella con sus nudillos fríos. Sin vacilar perturba mi armonía, como una gotera a media noche.
Los libros vendidos la quinta noche de invierno, nos recodo los inicios de todo,
Antes de mirarnos, antes de escucharnos, antes de comunicarnos, antes de entendernos, en el momento justo, Todo lo que ocurra entre nosotros, una posibilidad.
Me detuve en mitad de la alameda y le pedí fuego a un par de policías.
Tenía a la ley de mi lado, me declare un antagonista frente a la historia de este invierno.
Sin dirección camino, como si esto fuera una galaxia, quizás camino en modo vuelo.
En mis audífonos suena ‘Overture 1812 – Tchaikovsky’, mis manos no representan ningún instrumentó. Sin demora, ni tención.
Voz - déjame hablar! Principiantes. Ella, si ella. Esta historia sin ella, deja de ser historia,
Primavera contempla refugiada la presencia de invierno, quien con sus ideas bajo cero, nos susurra ventisca, su vos ausente nos recuerda nuestra existencia. La bibliotecaria a carcajadas nos recuerda que debemos devolver los libros.
Voz – corriendo el cartero entro casi sin aliento, grito, “telegrama urgente desde el reino de arándanos”. Todo el mundo se quedó en silencio.
Voz – ¡otra vez! Exclamo, la bibliotecaria, un libro contenía una extraña nota algo suicida.
“Te extraño y quizás más, Creo que entiendas que este capítulo es una retirada a tiempo.”
Dejando en evidencia que incluso en invierno, existen buenas convenciones.
He preferido, no conocer todos los detalles. Contando las maneras de defender de frio, avanzo como una manifestación, preocupado por el frio de noviembre
Voz – llego sin aviso, un cálido rayo de luz ilumino
toda la biblioteca. Incluso ese breve instante, hizo al mundo menos frio.
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